La banca aprende a ser más rápida y sencilla para adaptarse a la revolución ‘fintech’

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28 junio 2016
La banca aprende a ser más rápida y sencilla para adaptarse a la revolución ‘fintech’
La banca aprende a ser más rápida y sencilla para adaptarse a la revolución ‘fintech’

BBVA API Market

Los banqueros del siglo XXI ya no son como los que reflejaban las caricaturas del XIX, esos de traje, corbata, barriga y puro. Ahora visten informal, hablan de la “experiencia móvil” y están obsesionados por la rapidez, algo que a sus predecesores de hace décadas les habría parecido una vulgaridad.

La banca está transformándose, como evidencian el uso casi constante en sus foros de términos como APIs, blockchain, big data, fintech Es un nuevo vocabulario para una nueva era en la que nace un nuevo modelo de negocio. Aún no sabemos exactamente cómo será, pero ya podemos intuir sus grandes rasgos, y de eso trató gran parte de Fintech University, una jornada organizada por BBVA en su Centro de Innovación que reunió a varios de los protagonistas de esta revolución global.

Primera premisa: nadie va a sustituir a la banca, la banca va a adaptarse a un nuevo mundo; no será, eso sí, sencillo, y las entidades que no sean capaces de hacerlo sencillamente desaparecerán.

¿En qué debe consistir esa adaptación? En poner en el centro de la estrategia conceptos que tradicionalmente no tienen nada que ver con una actividad, la bancaria, que nació en Mesopotamia hace unos 4.000 años: ahora es clave la rapidez y la usabilidad. Ya muy pocos clientes de la banca van a la oficina; ya muy pocos clientes están dispuestos a esperar días por una transacción financiera. Quién no sepa hacerlo rápido y hacerlo fácil, a través de dispositivos móviles, puede ir dedicándose a otro negocio. 

Cambian algunos pilares del negocio, pero no todos: la seguridad y la confianza siguen siendo dos atributos indispensables de la banca. Como dijo Chris Skinner, uno de los más afamados expertos mundiales en finanzas, tras toda transacción financiera hay una pregunta clave: “¿Quién eres? Sin identidades digitales seguras, verificadas por entidades seguras, como los propios bancos, no hay actividad posible”. Es, no obstante, un nuevo concepto de seguridad, “que ya no depende de las pistolas, sino de las matemáticas”, como dijo Ben Milne en referencia a la información cifrada y los algoritmos que sustentan todo el armazón de las fintech.

El propio Milne es un buen ejemplo de hacia dónde está evolucionando el sector. Nacido en Estados Unidos hace 33 años, nadie adivinaría de un vistazo su profesión: vaqueros, zapatillas deportivas, camiseta negra y una barba hipster. Parece un diseñador gráfico,y tiene la seguridad de una estrella de rock, pero es un financiero. Milne creó en 2010 Dwolla con un objetivo muy claro: construir la mejor plataforma para mover dinero.

Hoy, su empresa de pagos online sin tarjetas de crédito, competidora directa de Paypal, ha captado 32 millones de dólares de inversión y prevé gestionar transacciones por un volumen de 2.000 millones de dólares este mismo año. Empresas como la suya, asegura, “no van a sustituir a la banca, sino a acelerar su transformación. La banca está en el centro de todo, y a veces nos olvidamos de algo tan evidente como que el dinero está en un banco y acaba en otro”. 

El sistema financiero seguirá girando alrededor de los bancos, en un modelo basado en la rapidez, la seguridad y la facilidad de uso. Pero, ¿cómo serán esos bancos, además de más ágiles? En opinión de Casey Kuhlman, consejero delegado de Eris Industries y experto en las implicaciones legales de blockchain –la tecnología en la que se basa la moneda virtual bitcoin–, en su negocio será básico la creación de ecosistemas, “porque cada vez es más difícil crear valor individualmente. Eso sí, esos ecosistemas tardarán tiempo en formarse, no serán de un día para otro”. 

Las APIs serán claves para el desarrollo de servicios y productos financieros, tanto que algunos ven a los bancos como una especie de fabricante de coches que ensamblará piezas (en este caso productos y servicios) que elaboran otros, como opinaba Mark Mullen, el cofundador del británico Atom Bank, uno de los llamados ‘neobancos’: “Los bancos del futuro se dedicarán a ensamblar y reensamblar continuamente, gracias a la tecnología. Al consumidor le es indiferente de quien sean los productos y servicios: cuando te subes a un coche no estás pensando en quién ha fabricado los amortiguadores”. 

Los bancos del futuro se dedicarán a ensamblar y reensamblar continuamente, gracias a la tecnología

El reto de la regulación

Todo este nuevo mundo tiene que ser regulado para evitar abusos y riesgos sistémicos. El problema, como enfatizó Milne, es que “la innovación es global y rápida, y la regulación, local y lento”. John Collins, experto en regulación financiera que ha trabajado para la Administración estadounidense, ahondaba en las diferencias entre dos mundos obligados a entenderse. “La tecnología maneja plazos cortos y busca el riesgo; en las administraciones los plazos son mucho más largos y hay aversión al riesgo”. 

Sin embargo, Collins lanzó un mensaje optimista: “Vamos hacia una convergencia mucho mayor entre la tecnología, los bancos y las administraciones. Todos van a colaborar y creo que el futuro es una legislación global a medida para las fintech”. 

De momento, el cambio legislativo más importante ha sido la aprobación de la Directiva Europea PSD2 (Payment Service Directive), la segunda norma europea sobre los servicios de pago, que debe transponerse a las legislaciones de los países miembros en 2018 a más tardar. 

La norma, que trata de avanzar en la creación de un mercado único para los pagos electrónicos, dará acceso a los TPP (proveedores de servicios de pago terceros, esto es, iniciadores de pagos y agregadores de información) a las cuentas de los clientes. Esto les permitirá ofrecer sus servicios a través de la infraestructura de los bancos, un cambio fundamental que ya se está generalizando a través de las APIs.

La nueva regulación elimina barreras de entrada y aumenta la competencia, lo que incentiva aún más a las entidades financieras a transformarse digitalmente: la revolución ya ha comenzado y, como dicen, “si no estás en la mesa, estás en el menú”. Los bancos más dinámicos lo tienen claro.

La tecnología maneja plazos cortos y busca el riesgo

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